La superficie de a tierra tiene una temperatura promedio de 14°C, que hace posible la vida. Esto se da gracias a la presencia en la atmósfera de los gases de efecto invernadero (GEI), que actúan como una manta parcial de la radiaciones que llegan desde la superficie. Ese envoltorio es conocido como efecto invernadero natural, y juega un rol fundamental para la vida: sin estos gases la temperatura de la superficie de la tierra sería muy baja y la vida no existiría tal cual la conocemos. 

 

Sin embargo, la actividad humana ha intensificado el efecto invernadero debido a la emisión de grandes cantidades de GEI. Por ejemplo, la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera se ha incrementado un 35% en la era industrial, y este incremento es causa de la actividad humana, principalmente por la quema de combustibles fósiles y la desforestación. 

 

La humanidad, ha alterado radicalmente la composición química de la atmósfera con implicaciones sustanciales para el clima.